En un ajarafe se alza La Nucía. La calzada, que asciende en suave pendiente desde el mar de Benidorm, la parte en dos partes desiguales, y la abandona en busca del pueblo vecino. Un alcor obstaculiza el camino quebrándose la ladera en su empeño. El montecillo herido es el Tossal de les Forques. Es el de más baja altitud de los que se levantan en el término municipal: 268 metros sobre el nivel del mar.
En 1738, obedeciendo una orden, las autoridades nucieras mandan inspeccionar los montes para conocer sus plantaciones y extraer madera para aprovechamiento de la Armada Naval. En respuesta el escribano de La Nucía consigna del Tossal de les Forques: “Los otros dos (montes) están quasi juntos y se les llaman de les Forques, contienen la capacidad hasta unos setecientos pasos comprendida la elevación, largaria y cercos. Tiene de distancia al mar de la abadía (bahía) de la villa de Altea, tres quartos de legua en poca diferencia, y en ninguno de dichos montes ai especie alguna de árboles de los contenidos en dicha orden, y según se parece por inútil para criarse en ellos, aunque se plante pues son vagos, y no producen si solo algunos romeros, athochas y otras de esta clase por ser peñascosos, áridos, y de tierra de poca substancia…”
En su Diccionario Geográfico-Estadístico, Histórico de Valencia, Castellón y Alicante (1845-1850), Pascual Madoz señala que La Nucía se halla “en un llano á la falda de dos montecillos llamados Las Forcas”. Pascual Orozco Sánchez en el Manual Geográfico-Estadístico de la Provincia de Alicante (1878), sitúa La Nucía “a la falda de los montes llamados de Las Forcas”. Los mismos términos se hallan en el Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar dirigido por Pablo Riera Sans. Más próximo, el Mapa Topográfico Nacional de España del Instituto Geográfico Nacional, en el paraje en cuestión señala dos cotas, una de 286 m y otra de 268 m, que corresponden al Tossal del Calvari y de les Forques, respectivamente.
Así pues, la historia identifica el Tossal de les Forques no con un monte sino con dos: el que ahora conocemos con este nombre y el llamado, a partir de 1888, Tossal del Calvari en razón de que ese año construyeron en su falda las hornacinas del vía crucis.
La voz les Forques –horcas en lengua castellana– hace suponer que en ese lugar ajusticiaban con horcas a determinados sujetos. Esta es la acepción que recoge, por ejemplo, el historiador Adolfo Salvá Ballester en su libro La Villa de Callosa de Ensarriá: monografía histórica documentada, al afirmar que “tomó ese nombre –Tossal de les Forques– a principios del siglo XIX, por haber sido allí ajusticiados unos facinerosos”. Sin embargo, como ya se ha demostrado, los altozanos ya eran conocidos por dicho nombre a principios del siglo XVIII.
En cuanto a la identidad de los ajusticiados no descartamos que, como sostiene Salvá, en fechas posteriores se ejecutaran delincuentes o bandoleros; no obstante queremos aportar la opinión que Pascual Ivorra Santamaría (La Nucía, 1820-1895), Maestro de Instrucción Pública, expuso por carta a Manuel Dánvila y Collado, quien publicó un extracto de la misma en el libro Germanías de Valencia (1884). Esta se funda en el asalto de Vicente Peris al castillo de Polop (1521) durante la Guerra de las Germanías. El caudillo agermanado cercó el castillo de Polop, donde buscaron refugio algunos cristianos y agarenos con sus mujeres e hijos, durante cuatro días. Los sitiados pactaron con Peris su rendición: a cambio de salvarles la vida entregarían el castillo, sus riquezas y se bautizarían. Los confiados moriscos, fiados por tales promesas, recibieron el bautismo por aspersión con escobas y ramas de olivos; acabado el ceremonial fueron degollados. La tradición oral de Polop quiere relacionar estos hechos con el dicho coll tallat i a la sèquia.
Según Ivorra en la partida del Captivador “fueron vencidos y hechos prisioneros seiscientos moros sacrificados luego en una altura llamada Tosalet de les forques o Montecillo de las Horcas, á un kilómetro del castillo de Polop”. Siglos después, en 1951, las zanjas de conducción de agua potable al atravesar el paraje del Tossal de les Forques descubrieron numerosos enterramientos moriscos.
Restos de sepulturas moriscas en el Tossal de les Forques |
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