sábado, 22 de octubre de 2011

1887; Carnaval en Callosa, por Miguel Guardiola Fuster

Article publicat a la Revista de Festes de Moros i Cristians de Callosa d'en Sarrià, any 2011

La prematura muerte de Alfonso XII abrió el período de la Regencia de María Cristina de Habsburgo hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII. Cánovas y Sagasta reafirmaron en el denominado Pacto del Pardo (1885) el funcionamiento del sistema de turno apoyándose en el fraude sistemático de las elecciones, lo cual condicionó el caciquismo. La clave de la adulteración electoral estaba en los “caciques”, que eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados por las elites de los partidos. Aquellos eran personajes ricos e influyentes quienes siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil de cada provincia amañaban las elecciones. Los métodos desplegados por los caciques durante los elecciones fueron muy variados: violencia y amenazas; cambio de votos por favores (rebajas de impuestos, sorteo de quintos, saldo de préstamos, agilizar expedientes que se eternizaban en las oficinas estatales...); o simplemente trampas en las elecciones, el conocido popularmente como el “pucherazo”.

En 1887 el turno gobernante correspondía al partido liberal de Sagasta, de modo que en Callosa el poder lo ejercía el partido liberal democrático de Práxedes Mateo Sagasta representado por Francisco de Paula Savall y Bosch, propietario, presidente local y vicepresidente comarcal del partido, y Salvador Morató Savall, alcalde desde 1886 elegido por el partido de Sagasta.

Atrás quedaban las guerras carlistas, la sucesión a la corona y el republicanismo y cantonalismo. Se presentaba un tiempo de paz social con lo que las clases dominantes podían holgar y solazarse con juegos, bailes, meriendas campestres y veladas musicales.

El 22 de febrero de de 1887 finalizaron los bailes de carnaval que durante tres noches celebraron “los jóvenes de la buena sociedad callosina”. El corresponsal del periódico el Constitucional (26.02.1887) iniciaba así su crónica de las fiestas y relataba los detalles más importantes, “omitiendo algunos para limitar su mal coordinada reseña desprovista de florido estilo y exenta de galanura de frases”.

Al anochecer del domingo último, grupos de mujeres y hombres se agruparon paulatinamente en la plazuela donde se emplazaba el edificio destinado a bailes con deseos de admirar la iluminación de la fachada, repleta de multitud de farolillos a la veneciana que deslumbraban de luz y color en plena oscuridad de la plaza.

El salón estaba convertido “en un verdadero templo de Terpsícore”, musa de la danza. El techo del salón estaba cubierto de un hermoso lienzo que figuraba el carnaval de Venecia; cubrían las paredes finísimas telas con los colores nacionales, de las que sobresalían profusión de bugías; por el pavimento se extendían un manto de flores, y en cada uno de sus cuatro ángulos se elevaban pilastras con imitación al mármol de Carrara, descansando sobre ellas vistosos macetones de flores.

A partir de las diez empezaron a llegar distinguidas personalidades de la sociedad callosina: el señor Juez de Instrucción[1], su amable señora doña Julia Manterola, su hermana política la simpática doña Pilar Manterola, las señoritas de Ronda que lucían con gracia el traje de Jijona, de García[2] con el bonito traje de manola, Rubio y Pallarés los de la huerta de Valencia, y otras distinguidas muchachas con atuendos de diversas épocas. Poco después entraron las distinguidas señoritas doña Purificación Savall[3], doña Carolina Peiró[4] y doña Virginia Savall Bosch[5].
Todas ellas fueron recibidas con aplausos y exclamaciones de asombro por la concurrencia que rayaban el delirio. Los trajes de manola ostentaban vistosas mantillas blancas de blondas que cubrían la peineta y adornaban la cabeza con flores. Todo lo cual, unido a la elegancia con que les lucían, producían encanto y admiración difícil de describir. Los aplausos resonaban en todo el local exigiendo al bello sexo que dieran unas vueltas por el local acompañadas por jóvenes vestidos de frac y corbata blanca, con paso lento y majestuoso y a los acordes de la orquesta dirigida por el señor Favieres[6]. Así empezó la función entregándose las parejas a los deleites y placeres que el baile proporciona.

En la noche del lunes, segundo día de Carnaval, hubo variación de disfraces, llamando extraordinariamente la atención la niña María Cunchillos que lucía el traje de ramilletera con su cesta de flores, su “hermanito Ignacito” con el de pagés de Cataluña, Ángel Novascués con el de aragonés, hijos y sobrino respectivamente del señor Juez de Instrucción; Carmen Morató[7], hermosa niña del alcalde, y la preciosas Paquita Savall hija de don Francisco de Paula Savall, que vestían asimismo el traje de ramilletera.

El martes, último día de bailes, fue más brillante que los anteriores. Entre los vistosos trajes de los jóvenes se distinguían los elegantes fracs que vestían la mayor parte de los concurrentes. Destacaban sobremanera las amables señoritas doña Rosa Durá y doña Amalia Mora[8]que vestían atuendos de los trajes limítrofes a la ciudad del Turia, resultando encantadoras y llamando poderosamente la atención de la escogida concurrencia.

En resumen, los espectáculos respondieron al buen gusto de la población¸ el ambigú[9] excelente y todas las señoritas fueron obsequiadas con dulces, refrescos y ramilletes. Pasadas las dos de la madrugada abandonaron aquella deliciosa mansión llevándose gratos recuerdos.

Durante todos estos días de fiesta en los espectáculos reinó el orden puesto que el alcalde don Salvador Morató, amante del progreso y de la civilización, asistió a los bailes dirigiendo los actos con acierto por lo que ningún suceso aciago hubo que lamentar.





[1] El juez de primera instancia era D. Ignacio Cunchillos y Munárriz, nombrado a primeros de diciembre de 1885; tomó posesión en 1886 y cesó dos años más tarde. Era natural de Cascante (Navarra). Su esposa, Doña Julia Manterola y Aldaz, era natural de Ariz (Navarra). Habitaban en la calle San Francisco, nº 1, de Callosa d'en Sarrià.
[2] Presumiblemente fueran las hijas de José García Roti, Maestro de Primera Enseñanza en Callosa., y de Clara Blanquer Benimeli.
[3] Purificación Savall Berenguer era hija de Vicente Savall Berenguer, procurador del tribunal de Callosa, y de Rosa Berenguer Benimeli (tíos del general Dámaso Berenguer y Fusté).
[4] Carolina Peiró, era hija de Francisco Peiró Muñoz, que ejerció el cargo de secretario del ayuntamiento de Callosa.
[5] Virginia Savall y Bosch era hija de Don Francisco Savall y Ronda, abogado y diputado provincial en 1867, y de Doña Francisca Bosch Marti (natural de Ondara). Hermana de Francisco de Paula, nombrado también en el artículo.
[6] Alejandro Favieres Ronda (1851-1905), ejerció el cargo de secretario del ayuntamiento de Callosa.
[7] Carmen Morató Savall, hija de Salvador Morató Savall, alcalde y comerciante.
[8] Amalia Mora Savall, hija del maestro de Instrucción Pública Modesto Mora Picó (natural de Xixona).
[9] Bufé.

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