jueves, 27 de diciembre de 2012

“VILLA PEPITA” O EL CHALÉ DE LUISA MAYOR; por Antonio Orts



“VILLA PEPITA” O EL CHALÉ DE LUISA MAYOR
Antonio Orts
"Villa Pepita", o el chalé de Luisa Mayor, junto a las fuentes.
Superó el desafío del tiempo y se mantendrá en pie. Esta casa-chalé, que junto a la que fue antigua casa de Agustín Fuster (ahora de Magdalena Fuster y Bartolomé Gadea) conformó en sus inicios el camí dels xorros actual avenida de Sagi-Barba, permanece intacta - construcción, pintura, forjados, marcos y puertas de labrado artesanal, y hasta mobiliario de época- tras esquivar los embates de un tiempo de especulación nada propicio a salvaguardar el patrimonio vecinal. Y va a continuar estando ahí sin ser demolida para pertenecer a nuestro pueblo. El consistorio, en acertada decisión, así lo dispuso; hizo su apuesta por la cultura al determinar que este edificio emblemático junto a las fuentes, icono del pueblo de Polop, siguiera en pie. Se podrá visitar y su uso será para información y divulgación cultural; en sus dependencias y jardín habrá recitales, charlas, conferencias y exposiciones, pudiendo albergar en alguna de sus salas enseres y recuerdos de la Casa de Sigüenza.

 Josefa Mayor Pérez (1849-1933), primera dueña que inaugura "Villa Pepita".
(Fotografía del Archivo Familiar)
El interior del edificio sigue como debió ser en su inicio, tal como lo dispusieron sus primeros dueños Eusebio Mayor y Josefa Mayor en 1903. Se tiene la sensación de que aislados del trajín externo, cerca del agua y con un leve rumor de sus fuentes, allí los años no hubieran transcurrido; todo permanece inamovible, como imperecedero.
De cuántos aconteceres y trasiegos de gente de Polop habrá sido testigo esta casa, y cuántos desfiles de festeros y bandas y romerías de san Roque en fiestas del Porrat habrán pasado por su calle. Sabemos de muchos; y los que todavía habrán de pasar, porque el chalet dels xorros frente a la antigua ermita, con su mirador de verjas, su terraza, sus limoneros y jazmines seguirá en pie; seguirán los revuelos de gorriones por las cobijas de su tejado, y en primavera de cada año harán sus nidos en los aleros y voladizos de la mansión. Se han sucedido los estíos, los veraneos en Polop y las fiestas de agosto, Villa Pepita -el nombre de la primera dueña- impasible al devenir, ha permanecido.
Pero la sensación de reto al tiempo de la casa, su obstinada permanencia material, contrasta con su intangible: el ámbito de su mundo, halos de antiguos moradores y contertulios; éste sí que pereció, se extinguieron sus modos y maneras de relación social y con ellos algunas de sus pautas de urbanidad.
No conocieron a los primeros dueños, pero sí quedan vecinos del pueblo que pueden recordar a su heredera, Luisa Mayor Calbo (Valencia 1889 - Polop 1987), penúltima dueña de la casa. 

 Luisa Mayor Calbo.
Esta valenciana, hija y nieta de polopinos, llegó a Polop con 18 años junto a su padre, Agustín Mayor Pérez, Médico Titular, y con su hermano. Habían accedido a la propuesta de su tía Josefa Mayor ofreciendo ayuda al hermano viudo y buscaron bienestar y salud – ella convaleciente, muy delicada - en el campo y aguas de Polop tras dejar la miasma de su ciudad: en Valencia habían muerto ya de tifus la madre y dos hermanas adolescentes.

El médico Agustín Mayor Pérez (1846-1932), padre de Luisa Mayor.
 (Fotografía del Archivo Familiar)
Vivió en el nº 7 de la Calle Mayor de B. Palencia - una casa grande de los abuelos con jambas y dintel de piedra labrada en su puerta y atalaya con aspilleras en dos calles -, y en 1933 al morir su tía, la deja heredera de sus propiedades, entre ellas de Villa Pepita.
Un año antes había fallecido el padre, conservador, dominante y rígido a quien la hija había permanecido fiel en el servicio, sumisa y soltera. Aparentando excesivo celo por el porvenir de la joven, el viejo médico que más procurara de sí mismo y por su bien que por el ajeno, trataba con desdén a jóvenes pretendientes de la hija; si hubo alguno de su profesión lo tildó de “curandero”. No quería de ninguna manera que se casara, pero Luisa Mayor se casó al fin; se casó dos veces muerto ya el padre. La primera vez en 1934 fue en nuestra parroquia a sus 44 años con Arcadio Gonzálbez Villaplana, de Beniarrés (Alicante). Él, un año más joven que ella, educado y afable, era el auxiliar de farmacia que prestaba sus servicios en la – entonces - botica Vda. de D. José Alós de Cocentaina y que al morir en 1944 la deja heredera de todos sus bienes.

 Luisa Mayor con su primer marido, Arcadio González.
(Fotografía del Archivo Familiar)
Pasa unos años de viudedad - muy pocos - entre su casa de Beniarrés donde monta una granja avícola y Villa Pepita en Polop.
Por mediación de la familia Baldó conoce y se hace amiga en La Nucía de Carmen Duarte Marín - maestra nacional allí; después Hija adoptiva de La Nucía (1975) - con cuyo hermano, Plácido, se casa. De él se sabe que era hijo de un comercial de paños en una empresa catalana y había nacido en Enguera (Valencia) en 1896, donde su madre, pariente del pintor Pinazo, ejercía de profesora de Instrucción Pública durante la República.
El noviazgo y segunda boda de Luisa Mayor se llevaron a cabo tan escondidos, con tal discreción, y el celo en no darlos a conocer fue tanto, que ni hermano, ni sobrinos, ni demás familia allegada tuvieron noticia alguna hasta recibir por navidad su tarjeta de felicitación, y con ella la novedad de su reciente estado. La boda sin proclamas y con dispensa de amonestaciones debió celebrarse en la parroquia de algún pueblo vecino o tal vez en Alicante donde el nuevo desposado tenía familiares; en nuestro Archivo Parroquial no consta tal casamiento. Y todo por temor a que se supiera en el pueblo. Miedos y desconfianza hicieron que la viuda llevase el noviazgo con grandes cautelas y disimulo; le amedrentaba sólo pensar que pudiera suceder lo acaecido en el segundo desposorio de su padre, cuando contaba ella 19 años.
En carta que siempre guardó y todavía se conserva, el médico Agustín Mayor comunicaba a su hija la noticia: iba a tener una segunda madre; se había casado el día 3 de junio a las 5 de la mañana en la colegiata de San Nicolás con la alicantina Tremedal Méndez López, viuda de su hermano.
Reseña el evento un diario político conservador alicantino de la época - El Graduador (5 de junio de 1908) - citando a los padrinos D. Eusebio Mayor, “joven abogado y primer Teniente Alcalde de Polop” y Sra. Desamparados Sanchis Fuster de Berenguer; y como asistentes al “acaudalado propietario” Pedro Berdín y la “bellísima señorita” Guillermina Iborra (tía de Guillermina Iborra Baldó), al mismo tiempo que deseaba a los desposados “parabienes en su nuevo estado y una luna de miel interminable”. Pero se truncan estos deseos aguando en inicio la luna de miel: una filtración desvela el secreto de la boda, se propala la noticia y les hacen cencerrada.
Gente joven de medio pueblo apostada en Els Tres Pontets pasa la noche y aguarda el amanecer de la mañana fresca de junio. Aparece lenta la tartana que zarandea y da saltos en las guijas de la carretera; la luz del fanalillo apenas se percibe - es ya casi de día - pero alertan chirridos de llanta de ruedas y los cascabeles de las colleras.
La algarada de mozallones se arremolina entorno al carruaje. Suenan cacerolas, matracas y trompas, adufes, platillos y bombo, zumbas y sartalejos de cencerros. Suelta riendas y salta del carro el médico muy mohíno, y entre los mozos que cencerrean reconoce a familiares; y todavía se irrita más. Doña Tremedal, tocada de sombrero y medias galas de recién casada en viaje de boda porfía desde el estribo: “¡Agustín, Agustín, por favor no te pierdas. Agustín…!”, sin entender nada de lo que allí estaba sucediendo.
Guardó el médico mal recuerdo de la ocasión y si tenía que visitar algún enfermo que en ella hubiera participado murmuraba quedo: “a eixe… a eixe li donaria jo oli de ricí; oli de ricí és el que es mereix…” con toque de resentido.
Por lo sucedido al padre Luisa Mayor trató de evitar tropelías en su boda; pero no lo consiguió, para ella hubo también sonada de cencerros.

Romería de San Roque en el año 1953. Llevan las andas Plácido Duarte, segundo marido de Luisa Mayor, en la parte trasera; en la delantera, Vicente Tormo y José Masanet.
(Fotografía del Archivo Familiar)
 Trascurrió plácida en su chalé la viudedad y vida conyugal de esta señora. Devota y piadosa socorre a pobres, acude a necesitados, y presta ayudas a las misiones extranjeras de los FF.MM. Capuchinos colaborando en su Obra Seráfica de Misas. Participa en actos pro-canonización del Patriarca Juan de Ribera y pertenece a asociaciones seglares pías: es Sierva de la Virgen María, Camarera en diversas cofradías, Terciaria franciscana, Hija de María (cinta ancha) y Celadora del Sagrado Corazón, cuya imagen y rayada, bandera del Apostolado de la Oración y estandarte sufragó con alhajas del primer marido; el altar de su capilla en nuestra parroquia fue votivo: una plaquita comba de escayola mostraba la inscripción - ya desaparecida - : “En sufragio del alma de Arcadio Gonzálbez”.
Celebró en su casa horas vespertinas de rezo, triduos y novenas a la Virgen de Lourdes, san Antonio y san José de los que se proclamaba devota.
Sin menoscabo en su vida de devoción y piedad compatibiliza el fervor haciéndolo acorde y complementando con su talante de mujer abierta, tolerante, de hábitos avanzados a su época, gran amante de las tertulias con amigos, el cine y las lecturas. Educada y afable conversadora, el mirador de su casa en atardeceres frescos de verano fue el punto de reunión y coloquio de familiares y amigos. Y por las noches, casi todos los días, no perdía su sesión de cine en la Pista. En tardes de domingo de invierno fue asidua del Coliseo, en cuya fila 7 lateral derecha se sentaba, mitigando el frío - a veces, muy crudo - con las ascuas del curioso braserillo-estuche de mano que traía. Allí veía las películas de sus actores favoritos para comentar luego el trabajo y mostrar sus preferencias.
Le fascinaba la figura de María Felix, su cabellera, el arrojo y brío de la mejicana eran para ella referentes; con Jean Renoir – pensaba - había culminado la perfección; era el director que necesitaba. La firmeza de Cark Gable y su decisión hacían de él su galán preferido, sin poder con las flemas de Marlon Brando, para ella tan imprevisible unas veces como taimado otras. Desconocemos si  “El último tango en París” (que vio en uno de sus viajes a la ciudad en 1973) pudo hacer cambiar su opinión y hasta llegara a captar, en edad ya tan provecta, la esencia del mensaje de la película de Bertolucci.
Las actrices italianas de la época (Gina Lollobrigida y Sofía Loren, en su inicio) le parecían vulgares; compadecía y le conmovían los pequeños actores (Pablito Calvo, Joselito, Marisol) hasta no poder resistir verlos actuar; la niñez – decía - era para jugar e ir a la escuela, no para sacar a los pequeños de su mundo y hacerles trabajar.
En sus tertulias bebe café, fuma cigarrillos, y toma su copita de coñac. Y cuando los amigos la halagan encomiando su buen aspecto y preguntan qué hace para mantenerse joven, responde: “soy hija de médico; mi padre me enseñó a cuidarme, como sólo lo que debo” Y era verdad; de niña, el padre viéndola tan delicada, le hacía tomar pastillas fosfatadas del Dr. Klein, extractos de hígado de bacalao, vinos de peptonas y Ceregumil  para atajar sus achaques y convalecencias. Después, de mayor, tomaba siempre vitaminas en primavera.
Su comportamiento no fue de señora lugareña cacique y déspota; al contrario, se mostraba afable a convecinos con trato educado de extrema cordialidad. Y mucho menos fue la devota escrupulosa y gazmoña, no iba con su manera de ser; aún siendo octogenaria, su talante le hacía ver con empatía y agrado muchos hábitos de la juventud que a ella, en la suya, bien le hubiera gustado practicar.
Caminaba debajo de los almendros entre los naranjos del huerto y revisaba el bancal de hortalizas; cogía manzanas, higos regañados o mandarinas según estación del año. Regaba las macetas de geranios, cuidaba sus dalias, peonías y rosales y olía los dondiegos y jazmines del jardín que desbordaban sobre la fuente de Los Chorros.
Iba a pasar navidades y segundo domingo de mayo - Virgen de los Desamparados - a Valencia donde residían familiares y tenía amigos. Allí frecuentaba el salón Ateneo y el Micalet, paseaba con amigas por la calle de Caballeros o se sentaba en Sta. Catalina. Después de oir misa los domingos en la catedral o el Patriarca visitaba el camerín de la Virgen en la basílica; por la tarde, iba al cine o a la primera sesión del Teatro Principal.
El azar del tiempo poco a poco va cambiando la situación. Las entradas por arriendos antiguos y medias del campo menguan. La mano de obra escasea, va siendo difícil encontrarla y su elevado costo imposibilita las labores en sus tierras.
Busca ayudas, intenta solicitar pensión de vejez o viudedad pero no alcanza años la cotización, ni estuvo suficiente tiempo casada. Pide y le deniegan subsidio como huérfana de Médico Titular justificando nuestro Ayuntamiento la negativa en la falta de antecedentes de su contabilidad.
Su hacienda no puede mantenerse más, tiene que ir deshaciéndose de ella. Con las ayudas y asistencia de su sobrina Amparo Mayor Ribes, a quien nombra su heredera, logra en última instancia salvar de la venta su propia casa.
Y quedan las tertulias en el mirador de Luisa Mayor junto a amigos y familiares en el recuerdo de muchos polopinos. Evocando aquellas gentes se podría tener la impresión de haber asistido a las postrimerías de unas formas de entender y vivir las relaciones humanas; de haber presenciado algo así como un Bearn a la polopina: unos modos, unas maneras de proceder, un mundo de civismo y cultura social con sus normas y protocolos se iba extinguiendo y, ya obsoleto, desapareció.

Familiares y amigos en el jardín del Chalé. De derecha a izquierda: Luisa Mayor, Plácido Duarte, Eugenia Llorca, una sobrina de Luisa Mayor, Rosalía Castells, Amparo Mayor, Jerónimo Llorca, Consuelo y Agustín Mayor.
 (Fotografía del Archivo Familiar)
Pero poco importa, lo primordial y trascendente es percibir todavía su huella, y que Villa Pepita, el chalet dels xorros, obra novecentista de aquella sociedad, haya quedado. Este acervo arquitectónico del pueblo, bien vecinal de los polopinos, continuará ahí. Ya no desaparecerá.



           
 
           

jueves, 20 de diciembre de 2012

La memòria recuperada: una base de dades sobre la represió franquista




El projecte de la Universitat d´Alacant La memoria recuperada consistix en una recerca sobre els represaliats en l´ámbit de la província d´Alacant durant la Guerra Civil i la dictadura franquista en el bàndol republicà. Cada una de les fitxes incloses en la base de dades, arreplega informació de tipus personal, polític, de militància y de caràcter judicial. Es pot buscar per nom de persona o lloc de procedència. Inclou notícies sobre els pobles de la Marina.




lunes, 12 de noviembre de 2012

VINTILA HORIA Y LA NUCIA, por Miguel Guardiola Fuster



 VINTILA HORIA Y LA NUCIA

Miguel Guardiola Fuster
Cronista oficial de La Nucia



Los 1.570 habitantes de La Nucia de 1965 se conocían entre ellos con sus nombres y apodos y convivían en amistad y buena vecindad. La Nucia era un pueblo en su acepción más tradicional que tenía en la agricultura su principal fuente de riqueza y prosperidad. En aquella década el turismo descubrió el sol y la playa. Sólo singulares personas eligieron los pueblos del interior para ocio y descanso atraídos por el aire pintoresco y bucólico, al igual que lo hicieron en los años veinte Oscar Esplá, Emilio Valera y Gabriel Miró. Siguieron sus pasos el pintor Benjamín Palencia, el abogado Rafael Vicente Gómez-Carrasco, el escritor Vintila Horia, el coronel don Gonzalo… La presencia del forastero era de inmediato conocida y aceptada sin ambages. A Vintila Horia le recuerdo sentado tomando un refresco en la terraza del casino del tío Quico Poma, en la calle la Carretera, y a larga distancia nosotros, jóvenes estudiantes, haciendo conjeturas con su pasado.


Fuente: http://www.romanianstudies.org/content/2009/12/dedication-vintila-horia/

 Vintila Horia nació en 1915, en Rumania. Se licenció en Derecho por la universidad de Bucarest. En 1940 ingresó en el cuerpo diplomático, siendo agregado de Prensa y Cultura en las delegaciones de Roma y, en 1942, Viena, donde aprovechó la situación para cursar estudios de Filosofía y Letras en las universidades de Perugia y Viena. En 1944, un golpe de estado relevó la dictadura militar del mariscal Ion Antonescu por un gobierno procomunista y Vintila Horia fue recluido por los alemanes en los campos de concentración de Krummhübel y María Pfarr hasta mayo de 1945 que fue liberado por las tropas inglesas y exilado a Italia. En 1948 se halla en Argentina, y el 5 de marzo de 1953 a bordo del Monte Udala llega a Vigo y se afinca definitivamente en España, salvo los años 1960-1964 que residió en París, y adquiere la nacionalidad española en 1972. Vintila Horia colaboró con la editorial Taurus e inspírale la fundación de la primera agencia literaria en el mundo hispánico. En 1956, Carmen Balcells trabajaría para Vintila como agente literario en Barcelona. En 1960, el rumano se instalaba en París al tiempo que renunciaba de la agencia, intentándola vender a Carmen por 100.000 pesetas, dinero que no tenía la agente catalana. No obstante, Balcells se quedó con la agencia, retiraba el membrete y puso el de ella. De esta suerte se convirtió en la mayor agente literaria del mundo latino. Vintila Horia dio clases de literatura en varias universidades madrileñas y fue funcionario del CSIC. Su muerte acaeció el 4 de abril de 1992 e inhumado en el cementerio madrileño de la Almudena.
En 1960 recibió en París el Premio Goncourt de novela por su obra Dios ha nacido en el exilio, pero en una dura campaña de los intelectuales franceses, dirigida por Jean-Paúl Sastre, fue acusado de fascista por haber escrito en su juventud poemas antisemitas y obligado a renunciar al premio. “Los periódicos anuncian el nuevo Goncourt –escribía Horia- ¡Qué historia más vieja ya! Me sentí muy feliz de haber obtenido el premio y más feliz todavía de renunciar a él. Se ha dicho que me obligaron a hacerlo, pero es que era mi única posible revancha. Por eso lo hice con alegría”. Horia se define como persona de derechas, entendiendo como tales a quienes hacen suyos los valores cristianos de amor, familia, propiedad privada, religiosidad, etcétera. Su obra es fecunda –en doce días, confiesa, escribió un libro de doscientas páginas- y variada: filosofía, arte, tradición, política, sociología, novelas, cuentos, ensayos, periodismo, guionista de cine, parapsicología, etcétera. El periodista, Juan Cruz, preguntaba a Carmen Balcells, cómo fue la relación con Vintila Horia, y la famosa agente literaria respondía: “Buenísima. Yo le admiraba muchísimo. La cosa que más he admirado desde la más tierna infancia es la gente culta. Y eso me pasaba con Vintila Horia, qué hombre tan culto…” (EL PAIS SEMANAL, 11-III-07)
Vintila Horia descubrió estas tierras –le dice a este cronista Joaquín Fuster, que fue su amigo y buen conocedor del rumano- por unos compatriotas afincados en Benidorm. Buscó casa en la Nucia –según testimonio de mi maestro y profesor de bachillerato, Antonio Ivorra Lledó, a quien se dirigió- , pero la halló en Polop por diligencia de Joaquín Fuster, y en este pueblo, como hizo Gabriel Miró en Años y Leguas, escribió hermosas páginas que después plasmó en Diario de un campesino del Danubio.
Pero fue escudriñando los libros de fiesta de la Nucia cuando sentí curiosidad por Vintila. En el tocante del año 1967, el escritor rumano firmaba unas líneas intituladas La señora de las colinas. Dicha dama era la Nucia a la que en breves líneas halaga en modo primoroso, y remata el escrito con estas palabras: “… y en el más reciente de mis libros hablo de ella con mucho cariño”. Por la data del escrito el libro podía ser Diario de un campesino del Danubio. En realidad la obra quiere ser unas memorias, imprescindibles para conocer su vida y pensamiento en la que intercala pasajes descriptivos de Polop y su entorno: “Esta mañana, he sabido que la calle en que se levanta mi casa lleva el nombre de un antiguo camino que separa Polop del vecino pueblo –la Nucia-, y que se llama, en dialecto valenciano, “Camino de la Sort”, o sea, de la suerte… La casa es completamente blanca, con un pequeño balcón en el primer piso, una escalera bastante considerable, cuyas ventanas dan sobre el pueblo y las montañas de la Bernia, dejando aparecer al fondo dos copas azules ofrecidas al cielo: lo que queda del mar en la lejanía descendiente de las colinas. No es una casa bonita. Está en la esquina de un conjunto de casitas sin corral ni jardín, que están pegadas las unas a las otras. En total son ocho; cuatro del lado del pueblo y cuatro del lado del monte Ponoch. Pero tiene garaje, un patio minúsculo y, en el primer piso, podría volver a tener un cuarto de trabajo, de tres metros por dos setenta y cinco, lo que me hunde de nuevo en mis exaltados recuerdos…”
En otro lugar del Diario…, Vintila Horia escribe esta hermosa página que bien podría firmar Gabriel Miró: “Pepe habita en la Nucia y nos invita a su casa a recoger limones. Posee una bonita huerta en la parte baja del pueblo, junto a la carretera de Altea y una cabaña que da sobre el valle. El lugar, donde sopla permanentemente una brisa fresca que viene de las cumbres de la sierra Aitana, me seduce en seguida. Le propongo a Pepe comprarle un trozo de terreno para hacerme construir un chalet a mi gusto.
-Se lo regalo –me dice- . Tome usted este trozo de terreno de al lado de la cabaña. Seremos vecinos.
No hay manera de pagarle sea lo que sea. Recogemos juntos los limones todavía verdes, pero llenos de jugo, y, luego, él nos trae algunos racimos de uvas de por lo menos un kilo cada uno, que habían quedado olvidados entre las hojas; luego, granadas y ramas de tomillo. Como nos considera amigos, no quiere nada a cambio. Él es agricultor y albañil, compra y vende almendras, posee varias huertas y tiene un hijo de diecisiete años que quiere ser arquitecto y al que dedica su vida, sus pensamientos y todas sus fuerzas. Conocimos también a su mujer, sencilla y digna, de rostro fino, espiritualizado, como el de una marquesa del siglo XVIII disfrazada de campesina o de molinera. El alcalde la Nucia es sobrino de Pepe.
-Tiene en su casa todos los libros de usted –me confía”
Es sencillo identificar a estas personas.

viernes, 26 de octubre de 2012

Filà Navarros. Encontres en la primera Época; per Carles Tasa Berenguer


FILÀ NAVARROS. ENCONTRES EN LA PRIMERA ÉPOCA. CAPITANIA 2012.
Carles Tasa Berenguer
 
(Article publicat en la Revista de Festes de Callosa d'en Sarrià, any 2012)

Nos parecemos a los habitantes de la Isla de Pascua, obsesionados con algo muy legítimo según el contexto social del momento pero absurdo visto desde fuera, como eran la belleza de los moai.

“Si la muntanya no ve a Mahoma, Mahoma va a la muntanya”. Aquesta frase, sí bé recorda un personatge de les nostres festes, intenta establir, en el context d’una publicació com aquesta, una estratègia i una actitud quasi obsessiva per sensibilitzar al conjunt de la gent una visió sincera de la Festa, i en particular oferir uns apunts de la filà Navarros.

Actualment, s’ha consolidat el saber acadèmic en què tradicions com la dels moros i cristians són considerades com a “grans estructures culturals pròpies d’una època”. Però, lluny de l’estranyesa i el rebombori de l’afirmació, allò que es fa visible de la Festa és, per una banda, el seu component més modernament conservador (el coneixement del passat com un valor), així com el fort impacte en la fonamentació social de la festa, la qual cosa li atribueix un aspecte canviant, actualitzat i, fins i tot, compromés. Per això és certa i tranquil·litzadora l’afirmació que la festa és un fet social total: una vertadera síntesi o posada en escena dels valors, creences, representacions i condicions d’una societat, siga aquesta de l’àmbit local, regional o nacional.

Per tot això, no podem menysprear el caràcter impositiu necessari de la Festa versus la Tradició, així com la defensa d’uns cànons i d’uns paràmetres, al voltant dels quals prensentit la vida social d’un poble. Una institució com l’Associació de Moros i Cristians de Callosa, amb totes les filaes que la componen, sobreviu amb una forta debilitat quan no som capaços d’implicar-nos i comprometre’ns en el coneixement d’eixa complexa “estructura cultural”. L’implacable pas del temps invoca la necessitat de construir un temps nou, que irremeiablement ens condueix al passat, eixe és el temps la Història. Un coneixement discontinu i d’encontres amb les arrels de la filà Navarros, encara que siguen fragmentàries.

Durant les primeres dècades dels anys seixantes del segle XIX, i coincidint amb els inicis morocristians a Callosa, la Festa en el bàndol cristià (filà Navarros) anava en paral·lel amb la realitat del moment. Això conduïa a una percepció de fragilitat i d’incertesa, no només pròpia dels primers anys, sinó de la difícil articulació d’alguns moments de la Festa que podien considerar-se com a irrepresentables, és a dir, aspectes que casaven més en allò ideològic i polític que en allò simbòlic i d’arrelament històric. L’anacronisme, encara que parega difícil d’assumir, és un fenomen que acompanya tota la història de la humanitat. Però, comença en aquesta època a ser qüestionat i a perdre sentit, perquè allò important és la representació. Una representació històrica de la festa, fidedigna, certificada tant pels fets documentats, com per les narracions llegendàries que es manifesten: á fin de poder después desenmarañar la verdad històrica de entre el nublado de farsa y de contrasentidos que la cubren. (Llobet, 1853: pg.3)

Les impropietats històriques de les festes són vistes, al llarg del segle XIX, com un element folclòric, estrambòtic, carnavalesc o com una curiosa y ridícula ensalada. Aquests adjectius, datats l’any 1853 a Alcoi, són una estratègia que espanta, o millor dit, que maquilla els fantasmes del presentisme o dels conflictes d’un passat molt recent. El bàndol cristià, en pràcticament tots els pobles centenaris de la Festa, és aquell que millor representa l’embolic referencial que és, en aquells anys, la festa de moros i cristians. Adrià Espí, en una breu investigació al voltant de la filà Navarros d’Alcoi, parla d’aquesta problemàtica referida a les filaes cristianes anteriors a 1860, però que ens colpeja als navarros callosins directament:

Un rápido vistazo en torno a las filadas que lo integran nos permitirá formarnos una idea de lo heterogéneo, lo colorista y a veces lo «estrambótico» que éste aparecía. En él figuran «filaes» que se intitulan: «Garibaldinos» —en recuerdo del Garibaldi italiano—, «Tomasinas» —evocación a la prenda de vestir del siglo XVII y también XVIII llamada, precisamente, «tomasino»—, «Marinos de Colón», «Ángeles», «Capellanes», «Monacillos», «Estudiantes», «Salomonistas», «Caballería Sequetes»...

En aquest fragment identifiquem dos filaes antigues i fundadores de la Festa de Callosa, com són la filà Tomasins o Tomasines i la dels Capellans. La filà Capeta o Xambergos, malgrat tenir unes referències d’origen incert, coincideix en els aspectes més bàsics amb filaes alcoianes com l’Antigua Veneciana, l’Antigua Española o la citada en el text d’Espí, filà “Ángeles”.

La finalitat d’aquesta manifestació era festeritzar el bàndol guanyador, en clau guerrera. Ens prenem la llicència d’ometre intencionadament allò de bàndol Cristià, perquè en aquest context és difícil concretar qui és l’enemic i quines són les motivacions, ja que són moltes i diverses. Existeix una continuïtat general entre alguns vestits i la realitat més immediata, recent o de passat recent. L’espectacle que s’intenta oferir, formalment, està lluny del que estem acostumats en l’actualitat (Reconquesta Cristiana des del segle XIII), però des del punt de vista del significat els uneixen paraules com: identidad gloriosa, devoción, en tiempo de paz y guerra, batiendose, guerreros, furias y injurias, luchar, puntales y arcabuces, luchando como fieros, defienden los derechos divinos, contra el infiel, ya no retumba el cañón, su sangre a derramar (Reseña Ilustrada de las comparsas, Alcoi 1876. Ed. Facsimil).

Es tracta de “sobre-representar” (vist des de la perspectiva actual) els posicionaments ideològics i les afinitats, les rancúnies i les rivalitats, les dissidències i les aspiracions, els conflictes o les ferides més properes. Amb tot això, es nega qualsevol rigor històric articulat i sistematitzat (anacronisme enfront de medievalització), però paral·lelament s’articula una cadena de connexions històriques que sustenten la festa. Aquesta idea l’exemplifiquem amb un fragment del verset dedicat a la comparsa Cides d’Alcoi en el llibret de les filaes de 1876: De que el Cid batallas gana aun mucho después de muerto!. Estem davant de simulacres de batalles precolonials contemporànies i de guerres civils, amb un rerefons antic molt present, que són popularitzades pels nous mitjans de comunicació en premsa i recreades en els annals i en les efemèrides dels nous Estats-Nació: guerras parlamentarias, las intrigas y las luchas (…) imprimen carácter a la nación.


Mentrestant, en l’aspecte religiós-litúrgic, la Festa es perdia en la nit dels temps i es convertia així, la imatge sagrada, en l’autèntic i absolut fil conductor de la celebració. És en el cas de Callosa, i arreu del món, com la religió articula una profunda narració històrica per tal de consolidar la seua presència en el teixit social, utilitzant les celebracions patronals com un complement al corpus dogmàtic. Per tant, les festes populars estan indissolublement associades a la dimensió religiosa i constitueixen la commemoració d’una efemèride religiosa, una celebració litúrgica que permet la irrupció d’allò sagrat en la vida quotidiana.

En aquest punt destaquem la triple presència (política, social i religiosa) de la filà Navarros des de la segona meitat del segle XIX, així com la inexorable vinculació a la filà Capellans. Pel que fa a l’aspecte religiós, res s’ha de dir dels Capellans, però de l’origen carlista dels Navarros hem de destacar la seua vocació de soldats de Déu en defensa dels valors tradicionals (Tradicionalistes), tal com podem observar a la ressenya il·lustrada de les comparses de 1876: Con mochila y boina roja...? / No hay duda, navarros son;/  Que vienen de la Rioja / Cantando el Kyrie-eleison. / Para armarla en la nación / Siempre han sido los primeros; / Han luchado como fieros, / Y déjase comprender / Que vienen ahora á ver / Si pueden salvar los fueros.
 


Cap de les dos filaes, Navarros i Capellans, està reconeguda per Adolf Salvà com a filaes fundadores, però sí que estan esmentades per Tomás Guardiola Sellés, en la Revista de festes de Callosa de 1954, on parla de la presència de diferents vestits al 1861, però a partir d’un suposat manuscrit original de Miguel Morató Gisbert, el qual es conserva en mans del seu nét Miguel Morató Saval. D’aquest document, del que no tenim original ni còpia, destaquen les filaes fundadores: Romanos, Contrabandistes, Cides, Navarros, Lana, Judios, Granadinos y Capellanes.

La filà Navarros de Callosa, com altres que hem esmentat anteriorment, tenien l’experiència festera limitada a un significat cultural d’una perspectiva històrica molt curta. Era la imatge de problemàtiques contemporànies que tenien a veure amb la transformació que experimenta bona part el segle XIX a Espanya, qüestions polítiques (ideològiques i morals), econòmico-socials i religioses. És per això que la Festa va adquirint una personalitat singular en cadascuna de les etapes històriques per les que passa, justificant l’existència problemàtica d’algunes filaes, així com la necessitat de canvis i reajustaments motivats per la realitat del moment. Aquest fenomen fester, com sabem, s’exporta d’immediat a pobles com Callosa gràcies a la influència comercial d’Alcoi, però adquireix vida pròpia.

Els callosins patim una manca de documentació festera per a poder reconstruir el nostre passat, per això ens servim de l’experiència d’altres poblacions. Un cas paradigmàtic és el que es viu a la ciutat d’Ontinyent al darrer terç del segle XIX. A més de coincidir cronològicament amb la fundació de les festes de moros i cristians (1860), podria compartir un context històric propici, tant per a la desaparició de filaes com els Capellans (existent també a Callosa, però que desapareix cap a 1893) com per a l’exacerbació de problemes socials i polítics que tenien a veure amb les Guerres Carlistes (concretament la tercera), i que ens connecta amb la filà Navarros, inexistent a Ontinyent, però una de les fundadores de la Festa de Callosa que desapareix cap al 1885, quasi en paral·lel als fets que es narra a continuació.Un exemple de tot açò que hem dit el trobem en l’estudi de Rafael Ferrero (2010: pg.14):

els problemes es van agreujar en 1881, en augmentar les pressions per retirar de l’escena festera un a indumentària que consideraven provocativa i irreverent. La comparsa va accedir a efectuar-hi una xicoteta reforma que, fins i tot, va estar aprovada per l’Arquebisbat i el Govern Civil de València.(...) Poc va durar la pau i durant les festes de l’any 1883 es van produir una sèrie de lamentables successos (...). Un bon grup de veïns (...) sol·licitaven la supressió de la comparsa (Capellans). El governador va accedir i la va suprimir, la qual cosa va provocar una forta controvèrsia ciutadana, que va afectar tots els estaments de la vila. Es va veure implicada tota la classe política com l’eclesiàstica, així com els propis veïns. Els primers protagonitzaren un agria dialèctica entre carlins i liberals, els segons perquè feien croada de la fe, i els últims perquè la població estava dividida entre partidaris dels uns i dels altres, en moltes cases encara s’hi trobava el retrat del rei carlí.

Els actuals membres de la filà Navarros de Callosa, estan molt lluny d’aquell context, ens separa un abisme difícil d’explicar, però formem part de l’evolució diacrònica de la festa en general i de la filà en particular. No sabem si aquests fets van ocórrer a Callosa, però ens aporta alguna idea i llum al respecte. Adrià Espí, en el seu treball continua aprofundint en els termes anteriorment descrits i descobreix l’origen de la filà Navarros d’Alcoi, clar precedent de la de Callosa:

Con este panorama festero y festivo llegamos a 1863, en los últimos años de la monarquía isabelina, decenios en los que las guerras parlamentarias, las intrigas y las luchas que se llamarán carlistas imprimen carácter a la nación. En Alcoy se mueve un grupo de «tradicionalistas», de partidarios del aspirante don Carlos, que, también inefablemente, sin detenerse a pensarlo dos veces, intentan formar una «filá» y participar en la fiesta de San Jorge. La «filá» deberá llamarse «Navarros», y lejos de recordar a los cristianos de los siglos XII o XIII, aquellos bravos luchadores de los reyes Sancho o García, estos «Navarros» quieren aparentar ser correligionarios de los tercios «requetés».

Per justificar i exemplificarla cita d’Adrià Espí dins del context de Callosa, En Alcoy se mueve un grupo de «tradicionalistas», partidarios del aspirante don Carlos, que, (…) intentan formar una «filá» y participar en la fiesta de San Jorge, fem servir un recent estudi del nucier MiguelGuardiola Fuster. En aquest trobem material documental amb el qual extreure alguna hipòtesi al voltant de la presència de guerrillers insurrectes carlistes a Callosa d’en Sarrià, encapçalats per Vicente Alcober i els fets es daten a l’octubre de l’any 1873. Això no és una prova definitiva, ni concloent, en la formació de la filà Navarros a Callosa, però tenint present la vessant més ideològica i contemporitzadora d’algunes comparses en l’últim terç del segle XIX, no seria estrany parlar d’una primitiva filà Navarros en Callosa. L’any 1873, la nostra festa de moros i cristians porta tretze anys d’activitat. Per això mateix, la dificultat dels inicis i la inestabilitat de l’època històrica (epidèmies, males collites, guerres, etc.) anuncien anys de suspensió de la festa, com ocorre en altres poblacions. L’entrada de carlistes en Callosa d’en Sarrià a l’octubre d’aquell any (dimarts 7) coincideix en el segon dia de la Setmana de Festes, la qual cosa posa en dubte, segons els esdeveniments narrats per Guardiola (2012: pg. 144), la celebració de festes d’aquell any: salieron en dirección a Callosa d’en Sarrià en cuyo pueblo entraron unos 1200 hombres. El cura salió a recibirles a una hora del pueblo junto con el medico Mariano Blanquer (...) Los vecinos construyeron barricadasy cerraron con vigas las entradas al pueblo, reflecteixen els periòdics de l’època.(2012, pg.144)

Fent un parèntesi i parlant dels incipients mitjans de comunicació al segle XIX, emfatitzem la importància periodística de la tercera guerra carlista i podem concloure que una “bona” guerra venia i, per tant, els nous informadors del segle XIX actuaven de propagandistes d’opinió, de guardians de l’argument on la Història bèl·lica tenia un paper principal, més que qualsevol altre esdeveniment. La imatge era part essencial de la informació. La premsa, que majoritàriament eren cròniques escrites, també necessitava la crònica il·lustrada i posteriorment la fotogràfica, on aparegueren descripcions exactes d’eixos grans esdeveniments que tenien i tenen el privilegi d’excitar l’atenció del públic (no estranya la formació de filaes).
 


Les acaballes del segle XIX fou l’època daurada dels il·lustradors de notícies bèl·liques. En aquest escrit, bregant amb les distàncies i gaudint de les interrelacions i analogies del coneixement, rescatem la figura de Josep Lluís Pellicer i Ricardo Balaca que, si bé no té cap vinculació amb Callosa, els seus gravats al voltant la guerra carlista actuen “d’atles de la memòria”. Les seues obres mostren a partir deles pròpies cròniques escrites i del dibuix directe en el camp de batalla, una preocupació social per descobrir el sofriment dels soldats: nuestro ejército sufrieron mucho, y principalmente los que ejercían servicio en las avanzadas: unos quedaban medio enterrados en el barro y a gritos pedían auxilio a sus compañeros, otros eran sepultados bajo las destrozadas tiendas, algunos cruzaban a través de la impetuosa corriente en busca de los efectos propios que les arrebataba (Bastida, 1989: pg.347).
 
 


El fort realisme del tema bèl·lic, malgrat estar visualitzat des de les posicions de l’exèrcit liberal, era motiu d’exaltació, propaganda o finalitat pedagògica, no sols en la denominada pintura d’Història decimonònica, sinó també en els nous mitjans de difusió d’imatges com el gravat i la fotografia. L’Estat, i la guerra carlista és una lluita pel seu control, promou durant el segle XIX l’historicisme com a forma ideal d’expressió oficial. La festa de moros i cristians, en aquest sentit, és un subgènere teatral que utilitza “la Història” com a instrument de cohesió d’una comunitat d’habitants i les filaes actuen com a protagonistes del drama. Aquest pot estar molt a prop en el temps (Navarros amb vestit carlista) o retrotreure’s a un passat llunyà (vestit actual medievalitzant). La societat del segle XIX (també la callosina) propicia, per una banda, el retrat romàntic i egocentrista de la minoria poderosa i, per altra, una creixent població necessitada d’informació, de respostes, però sobretot de posicionaments, de dignitats.

Nosaltres, i seguit amb el fil conductor, sempre partim de la figura d’Adolf Salvà per situar la fundació de la filà l’any 1885, que desapareix al voltant de 1889-90 per causes desconegudes. Miguel Guardiola (2012, pg. 145) diu que Salvà no va ser contemporani a la tercera guerra carlista, però arreplega informació dels fets. L’autor de Carlistas, Republicanos y Liberales afirma que l’obra de Salvà ens ajuda a entendre la connivencia entre los carlistas y el vecindario debido a que Callosa era feudo del conde de Orgaz, destacado carlista, però no diu res de la relació filà Navarros i carlisme. Aquest, que agafa les armes i s’autoproclama defensor de la causa legitimista de Carles V resava: Dios, Patria y Rey. Vist des d’avui en dia, sembla rocambolesc que un moviment ideològic, amb organització política, formalitze una comparsa festera en un context bèl·lic tant proper i exaltat. Probablement siga eixa la causa de l’existència i de la ràpida desaparició. Eixe conflicte penetra de manera visceral en Callosa, i com diu Guardiola (2012: pg.147), De la fachada de la Casa Consistorial arrancaron una làpida de mármol, de la cantera del Planet, de notable grossor, que rotulaba plaza de la Constitución, rompiendola dos carlistas (...).

Mentre tant Tomàs Guardiola la considera fundadora de les festes i data la seua fi el 1885. Si tenim en compte la fundació de la filà a Alcoi l’any 1870 i la presència carlista a Callosa, anteriorment i posteriorment a la seua entrada al poble l’any 1873, l’argument més adequat i ajustat a la informació que tenim seria el de Tomàs Guardiola. Tot seguit reproduïm l’últim fragment del text d’Adrià Espí en el qual apareix l’origen i fundació de la filà, de manera que s’afigen algunes certeses als Navarros callosins:

El acta de 14 de mayo de 1863, del libro correspondiente de la Asociación de San Jorge, no nos deja lugar a dudas. La ilusión es mucha, pero los rectores de la propia Asociación —llamados entonces «directores de la fiesta»— optan por no autorizar la aparición de los «Navarros». Tendrán que pasar siete años, tendrá que caer destronada Isabel II, tendrá que regentar los destinos de España el general Serrano, para que la «filá» de «Navarros» sea autorizada. Esto ocurrirá en mayo de 1870.

 

No seria descabellat pensar que els Navarros de Callosa existiren des de l’any 1863, o abans, tenint en compte tot el que hem dit anteriorment. Desconeixem quan i com autoritza l’Associació de Moros i Cristians de Callosa la formació de la filà (com deia el Reglament), però del que no podem dubtar és d’algun tipus de suport social, tant per a la fundació com per a seua desaparició (causes desconegudes). D’ençà fins avui és inexistent la documentació escrita o visual d’aquells anys, la qual cosa fa difícil saber com era la indumentària original. Tot fa pensar que seria molt semblant al vestit dels Navarros d’Alcoi, fundats al 1870, però existents des de 1863. Els alcoians encara conserven restes materials i documents fotogràfics que testimonien la presència de la filà Navarros en la Festa, així com una imatge de la indumentària (recreada al casal i museu fester d’aquesta ciutat) la qual cosa ens ofereix una idea de com serien els primers Navarros a Callosa. El vestit representava els navarresos tradicionalistes del segle XIX (els anomenats Carlins). Els carlistes es van oposar de forma bèl·lica als liberals que atacaven l’Església i la Monarquia, i així ho figuraren en els Moros i Cristians, formant filaes com la dels Navarros i els Biscaïns.
 

Aquesta problemàtica només se resol amb voluntat organitzativa i la participació d’un sector de la ciutadania preocupada per una concepció més sensible del passat, on la Història parteix de la idea que el present només s’explica si estimem les arrels, encara que el camí siga llunyà. Aquesta estratègia té un efecte edulcorant i una concepció exòtica de la festa (tant per a moros com cristians). La narració històrica, quan es retroba amb l’Edat Mitjana més mitificada, ajuda a convertir la Festa en un espectacle basat en tal o tal moment de la nostra Història, en un lluïment seriós.

Tot açò ho tractarem en una proper lliurament, però que vaja com a exemple la ciutat d’Alcoi. Pel fet de ser el nostre horitzó fester, ho fa des de la darreria del segle XIX i les primers dècades del segle XX. L’esdeveniment més destacable és la famosa Cavalcada Històrica de 1889 a Alcoi, de la qual podríem considerar l’inici de l’actual format i disseny de la Festa de moros i cristians. L’escenari de la Festa és la Reconquesta dels territoris musulmans, el domini cristià i el conflicte que esdevé. Una experiència que anirà exportant-se conforme avance la centúria.
 

Per finalitzar, i després d’un buit cronològic d’uns setanta-cinc anys, a Callosa un grup de membres jóvens de la quadrilla de l’Aire, Asturians molts d’ells o altres encarregats tradicionalment de portar la Mare de Déu amb el nom d’Esquadró de la Mare de Déu o posteriorment els Romans, passen a formar part d’una filà de ple dret refundant l’antiga filà Navarros l’any 1964. Els records del passat fester carlista apareixen difuminats o inexistents, però la voluntat de renovació i el rerefons del procés de medievalització de la indumentària, fan del nou vestit un símbol identificatiu de la futura filà Navarros amb una intenció clara de continuïtat.

BIBLIOGRAFIA

 

 

1.      Bastida de la Calle, M.D (1989): José Luis Pellicer, corresponsal artístico en la última guerra carlista, Espacio, Tiempo y Forma. Serie VII: Historia del Arte, 2.

2.      Espí Valdés, Adrià: La centenaria Filá alcoyana de los Navarros. Un poco de prehistoria. Alcoy.

3.      Ferrero Terol, Rafael (2010): En Aproximació a la història de la festa de Moros i Cristian d’Ontinyent. Memoria gràfica de les festes de moros i cristiansd’Ontinyent. 1860-2010.Caixa d’Estalvisd’Ontinyent.

4.      Guardiola Fuster, Miguel (2012):Carlistas, Republicanos y Liberales.

5.      Homobono Martínez, José Ignacio y Jimeno Aranguren, Roldán (eds.) (2006): Formas de religiosidad e identidades, núm. 28. Cuadernos de Antropología- Etnografía.

6.      Llobet y Vallllosera, José Antonio (1853): Apuntes históricos acerca de las fiestas que celebran cada año la ciudad de Alcoy a su patrón San Jorge, con referencias a la historia de la misma ciudad en los tiempos de la Reconquista sobre los árabes. Alcoy.