domingo, 31 de mayo de 2015

Viaje de Cavanilles por la Marina. La lápida romana de Nucia; por Miguel Guardiola Fuster

VIAJE DE CAVANILLES POR LA MARINA.
LA LÁPIDA ROMANA DE NUCIA


Miguel Guardiola Fuster
Cronista Oficial de la Nucia


La Real Orden de 1791 el rey Carlos IV encomendaba a Antonio José Cavanilles[1], por su condición de botánico, viajar por toda España para confeccionar una “Historia Natural de España”. Y Cavanilles requirió al monarca que le permitiera empezar por su propia tierra, el Reino de Valencia.
El resultado de los tres viajes fueron las “Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia”. El botánico escribía un dietario donde reflejaba sus percepciones, anotaba quienes le acompañaban, en su mayoría clérigos, antiguos compañeros de estudios, frailes; pernoctaba en monasterios, conventos, rectorías, abadías, y señalaba la clase de amistad que les unía y la colaboración recibida. Como experto daba instrucciones a los campesinos de como podar los árboles, de injertar, de construir presas y otras recomendaciones. Sus indicaciones fueron escuchadas por los campesinos, notables del lugar, hacendados y labriegos interesados prometiéndole ponerlas en práctica. Cavanilles recorría los caminos a pie y a lomos de una mula cargaba los bártulos y aparejos que precisaba.
Cavanilles emprendía la tercera expedición, la más extensa y de mayor duración, el 13 de junio de 1792. Desde Ayora, en la provincia de Valencia, partía en dirección a Biar, descansó y tomó la ruta de la Hoya de Castalla. En compañía de Bartolomé Rico se dirigió hacia Alcoy sin entrar en la población, pasó por Benifallim y Penáguila camino al valle del Guadalest y Aitana. Desde la sierra reiniciaba su periplo el 12 de julio, llegó a Callosa d´en Sarrià, visitó sus fuentes y canteras de mármol; en Callosa se hospedó en casa de Andrés Ronda. Emprendió camino a Benissa por el collado de Bernia. En Altea, exploró sus huertas y descubrió un cultivo nuevo: el algodón, un sistema distinto para fertilizar sus campos valiéndose de la Zoostera[2], y se impresionó al descubrir las preciosas vistas del castillo de Altea. «En Altea estuve en casa del Sr. Cura dn. Sebastián Aracil, quien no contento con suministrarme cuanto necesitaba para mi instrucción me acompañó hasta Benidorm y me facilitó el conocimiento de los Señores D. Manuel Fuster y D. Manuel Orts”. Le parecía admirable el progreso de Benidorm en población y agricultura; le disgustaba el sabor salobre de sus aguas, y le impresionó la pesca del atún con almadrabas. De Benidorm a Vila Joiosa por el camino de la playa; aquí se detuvo a comentar la estructura del pantano y las mejoras que podrían introducirse en las condiciones del riego. Y de Vila Joiosa a Alicante.

Mapa de López Vargas, 1762

Acabada la excursión regresaba a su estudio de Madrid para redactar Las Observaciones. Pero la información recogida era incompleta y para solucionar la contrariedad se carteó con sus colaboradores para completar y corregir sus notas. Como era de esperar los que recibieron las cartas eran en su mayoría clérigos. Los corresponsales le remitieron información sobre la agricultura local, industria y problemas que sufrían: Pedro de Goyeneche[3] trasladó a Cavanilles la información del cura de Callosa d´en Sarrià; el pavorde Juan Sala Bañuls, de Pego, le facilitó su permanencia en Pego en casa de su hermano: “Apenas llegué a la posada (de Pego) y lo supo D. Pedro Pascual Sala me forzó a salir de ella, honrándome con hospedarme en su casa, distinguiéndose en todo género de oficios amistosos… Es de notar la práctica introducida en este término por Don Pedro Pascual llamada arrabasar[4]…” El pavorde le remitió una inscripción de la Nucia, advirtiéndole que corrigiera el número de habitantes de la comarca que le parecía excesivo. Cavanilles, no entró en la Nucia, ni en Polop. El pavorde Sala le remitiría a Madrid el dibujo de un fragmento de lápida hallada en la Nucia, sus características: mármol blanco con trazas de vetas negras, de unas dimensiones de tres palmos[5] y medio de largo por tres de ancho (80 y 69 cm) y con la inscripción que reproducimos[6].
Antonio Valcárcel Pío de Saboya y Maura, conde de Lumiares, recopiló y ordenó las epigrafías  en 1803, y las entregó el 12 de diciembre de 1805 a la Real Academia de la Historia en un volumen manuscrito: Inscripciones y Antigüedades del Reino de Valencia. El académico y anticuario Antonio Delgado las ilustró en 1846 y editó en 1852. La de la Nucia lleva el nº 65, 9v, y la anotación “copiada en 1785”.
Transcripción:  [D(is)] M(anibus) / [- F]abius / [- - -]ianus / [anno]rum XXXV / h(ic) s(itus) e(st) / [pate]r(?) filio pientissimo f(ecit)  [7]
Traducción: Consagrado a los dioses Manes. Aquí yace (-.) Fabius (---)ianus, de 35 años de edad. Para el hijo piadosísimo hizo (este monumento) su madre/padre/hermano?
J.A. Céan Bermúdez[8] señala el que sigue: “Lanusiá, villa del reino de Valencia, cerca de la costa del Mediterráneo, y no distante del Cabo-Martín. Hubo de ser población considerable en la región de los contestanos, según los trozos de piedras labradas que hay en su distrito, donde se copió el de esta inscripción” (y muestra el trozo de mármol con la epigrafía ya señalada).


Trozo de mármol hallado en La Nucia

El fraile dominico Bartolomé Ribelles y Roque Chabas[9] se ocuparon de la lápida y este último precisa que su paradero es desconocido.
Manuel A. Rabanal Alonso y Juan M. Abascal Palazón[10] dudan de la autenticidad del mármol e incluso su procedencia: “El fragmento, cuya noticia arranca en Cavanilles (1795, 237-238) es muy sospechoso desde el momento en que este autor pretende probar con él el origen romano de esta localidad alicantina, al tiempo que alude a otros epígrafes menores que no recoge, y que, de haber existido, habrían constituido pruebas adicionales nada desdeñables para un erudito del siglo XVIII. A ello se une la prodigiosa fractura del lateral izquierdo, que deja ver los datos básicos para que el epígrafe pueda ser leído e interpretado. En el dibujo publicado por Valcárcel (1852/1979, nº 72) los elementos están excesivamente colocados hacia la derecha, forzando la interpretación del lector, por lo que su situación parece arbitraria. Al mismo tiempo, presenta algunas disonancias en la estructura y desarrollo de formularios, que pueden obedecer a una falsificación erudita. Con las naturales reservas, incluimos el texto en este apartado de inscripciones de origen dudoso”.
Sin embargo, Josep Corell   afirma que las “sospechas de Rabanal y Abascal sobre la autenticidad de la inscripción no tienen fundamento. Por el formulario, tipo de monumento y paleografía, se puede datar entre el siglo II al III d.C[11].”

Inscripciones del Reyno de Valencia; la mayor parte inéditas copiadas de sus originales por el Exmo. Sr. Príncip Pio, [9/4772], 99. 



BIBLIOGRAFIA

RIBELLES ms. A. in. S. s. XIX, 31. Colección  de lápidas y antigüedades romanas de la ciudad y reyno de Valencia. Archivo PP. Dominicos de Valencia.
MARTÍ OLIVER Bernat. Les estampes de l´antiguitat en les Observaciones d´A. J. Cavanilles. Cuad. de Geogr. 62, 485-507 València 1997.
GONZALEZ BUENO, A. Reflexiones en torno a los viajes de A. J. Cavanilles por tierras de Valencia (1791-1793), Asclepio-Vol. XLVII-1-1995.
CAVANILLES A.J. (1795) Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Población y Frutos del Reyno de Valencia Agricultura. Madrid.
RABANAL ALONSO, Manuel A.; ABASCAL PALAZÓN, Juan M. Inscripciones romanas de la provincia de Alicante. 1991; 156-157, nº 115. 
CÉAN BERMÚDEZ, Juan Agustín. Sumario de las antigüedades romanas que hay en España en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid, 1832. 
CORELL, Josep l. Incripcions romanes d´llici, Lucentum, Allon, Dianum i els territoris. Valencia, 1999. 
CIL II 3579 (p 958). 
CHABAS, Roque, El Archivo 3.11. 1889, 262.



[1]  Antonio José Cavanilles y Palop Valencia, 1745-Madrid 1804. Doctor en teología, abogado, director del Jardín Botánico de Madrid, historiador, botánico, naturalista y geólogo.
[2] Vulgarmente alga marina. Cuando arrecia el temporal se acumula en la playa. Los agricultores la recogen y la depositan en los campos para que se pudra y sirva de abono. 
[3] Capítol de Orihuela
  [4] Cavar la tierra  ben endins removint-la molt i llevant les plantes que perjudiquen el conreu. Diccionari      català,valencià –balear. Francesc de B. Moll. Tomo II Palma de Mallorca 1993
[5] El palmo en Valencia equivalía a 226,6 mm.
[6] CAVANILLES, A.J. (1795) Observaciones sobre la Historia Natural, Geografía, Población y Frutos del Reyno de Valencia Agricultura. Madrid
[7] CORELL, J., Inscripcions romanes d\'Ilici, Lucentum, Allon, Dianium, i els seus respectius territoris, Valencia, 1999, nº 119 
[8] CÉAN BERMÚDEZ, Juan Agustín. Sumario de las antigüedades romanas que hay en España en especial las pertenecientes a las Bellas Artes. Madrid, 1832
[9] CHABAS, Roque, El Archivo 3, 11, 1889, 262
[10] RABANAL ALONSO, Manuel A.; ABASCAL PALAZÓN, Juan M. Inscripciones romanas de la provincia de Alicante. 1991; 156-157, nº 115
[11] CORELL, Josep l. Inscripcions romanes d´llici, Lucentum, Allon, Dianum i els territoris. Valencia, 1999.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Novedad bibliográfica: Los jesuitas en Jávea








El autor expone en este libro la proyección jesuítica en Jávea y su influencia entre los habitantes de la villa a través de tres apartados: a) los estudiantes en la Universidad jesuítica de Gandía; b) los jesuitas que residieron en la residentia javensis y desde ahí ejercieron su influjo en la villa y c) los javienses que quisieron ingresar en la Compañía de Jesús. 

Los interesados pueden dirigirse al autor: juancodinabas@yahoo.es.