lunes, 19 de agosto de 2013

La milicia nacional en Xàbia, año 1839; por Joaquín Ronda Pérez y María Francia Galiana Botella




"La milicia nacional en Xàbia, año 1839"
por
Joaquín Ronda Pérez y María Francia Galiana Botella
http://orcid.org/0000-0002-4230-4075 http://orcid.org/0000-0003-3799-868X

(Artículo publicado en la Revista Festes Patronals Mare de Déu de Loreto
2013 - Duanes de la Mar - Xàbia)




La milicia nacional tuvo su germen en las partidas armadas de ciudadanos durante la Guerra de la Independencia. Institucionalizada por la Constitución de 1812, y reglamentada por la Ordenanza de 1822, se la revistió de un carácter popular y municipal: cada pueblo tenía su milicia local, cuyo ayuntamiento era el encargado de gestionar el alistamiento de todos los varones entre los 18 y 50 años, y eran los propios nacionales los electores de su oficialidad.
En contraposición al ejército nacional, que era permanente, la milicia nacional tuvo como rasgo distintivo su temporalidad: los milicianos, durante el tiempo de su servicio, continuaban desempeñando sus oficios respectivos, aunque asumían la obligación de realizar la instrucción los días festivos.
El devenir de la milicia nacional permaneció ligado al ala más progresista del liberalismo español; abolida por Fernando VII, que creó un cuerpo alternativo denominado los voluntarios realistas, fue recuperada durante el trienio liberal (1820-1823), e implantada de nuevo por el gobierno progresista de Calatrava y Mendizábal en agosto de 1836, tras amotinarse en pro de su advenimiento.
Las milicias nacionales tuvieron un papel muy destacado en la persecución del carlismo y el bandolerismo, en la instauración de la regencia del general Espartero (1840-1843), y en la revolución de 1854 que dio principio al bienio progresista (1854-1856). Fueron definitivamente disueltas por R.D. de 15 de agosto de 1856[1].




Uniformes de la milicia nacional[2]
(Fuente: RUIZ DE MORALES, Joaquín (director), Historia de la milicia nacional desde su creación hasta nuestros días, Madrid, 1855, pp. 580-581)

El día 4 de noviembre de 1839, D. Ramón Solano, comandante general y subinspector de la milicia nacional de la provincia de Alicante, comunicaba desde Benissa a D. José Soler, alcalde de Xàbia, la orden de reunir a los miembros del ayuntamiento a las seis de la tarde del día siguiente para practicar el alistamiento de la milicia nacional de Xàbia de ese año[3].
El motivo de la comisión de Solano obedecía a las irregularidades detectadas por la Diputación en el alistamiento practicado por el alcalde en septiembre de 1839. En el trasfondo, se hallaba la pugna por el poder de la milicia nacional entre los dos partidos presentes en la política local de Xàbia: el encabezado por Soler y D. Antonio Catalá, asesor del ayuntamiento, que apoyaban a D. Juan Albi, capitán de la milicia nacional de 1836, y el dirigido por D. Buenaventura Missi, abogado y teniente primero de dicha milicia.
El documento en el que basamos nuestro artículo es una transcripción de todas las sesiones que tuvieron lugar en la sala capitular de la villa del 5 al 17 de noviembre, entre las nueve de la mañana y las seis de la tarde, para la confección del alistamiento general de 1839; la distribución de los admitidos entre las compañías números 4ª y 5ª del batallón número 5 del partido de Dénia, comandado por D. José Antonio Bolufer, y la elección de sus oficiales respectivos[4].
Durante el proceso, estuvieron presentes todos los miembros de la corporación municipal de Xàbia excepto D. Juan Bover, alcalde segundo, que se hallaba enfermo. Constituían el ayuntamiento: D. José Soler, alcalde; D. Francisco Sapena, D. Gabriel Castell, D. José Bolufer, D. Bartolomé Buigues, D. Francisco Catalá, y D. Marcos Salvador, regidores, y D. Juan Albi, procurador síndico.
D. Francisco Pajarón, secretario municipal, fue el encargado de confeccionar listas y redactar actas. La acción de los miembros del ayuntamiento estuvo supervisada y ordenada por el subinspector Solano y su secretario, D. José Guillem y Llobregat. La colocación de las listas en sitio público y los anuncios al vecindario fueron encomendados al alguacil pregonero Pedro Marsal.
Las primeras medidas tomadas por Solano fueron dar de alta a los milicianos de 1836, año del anterior alistamiento, y confeccionar un nuevo alistamiento de los varones de 18 a 50 años según el padrón de vecinos. En su conjunto fueron alistados 724 individuos: 70 de los antiguos milicianos y 654 nuevos alistados.
Los milicianos del año 36 realizaron un sufragio en el que salieron elegidos D. Buenaventura Missi, Blas Ferrer, Jaime Moragues “mayor”, Francisco Gual y Bernardo Casabó. Estos personajes, más los integrantes de la corporación municipal, constituyeron la junta de calificación, organismo encargado de evaluar las reclamaciones, idoneidad física, y posibilidades de renta económica[5] de los nuevos alistados.
Fueron desestimados por ser difuntos, tres individuos; por hallarse fuera de Xàbia, cinco; por inutilidad física, veintitrés; por motivos económicos, trescientos cincuenta y seis y por otros motivos, once. Todos los milicianos del 36, más un conjunto de nuevos alistados hasta llegar a la cifra de 150, fueron destinados a la compañía nº 5. La compañía nº 4 la conformaron 144 nuevos miembros.
Para consultar el cuadro completo de los milicianos que formaron parte de los alistamientos de 1836 y 1839, el grado que alcanzaron, las compañías a las que pertenecieron y, en el caso de que los alistados fueran excluidos del servicio, las razones por las que fueron desestimados, el lector puede pinchar en el siguiente enlace: Milicia nacional.
El último día, 17 de noviembre, se convocó a todos los milicianos en la plaza de la Constitución de la villa para proceder al sufragio de oficiales de las dos compañías.
La elección de la nº 5 no pudo hacerse efectiva porque no se alcanzó la mitad más uno de los sufragios; aún así, a petición del comandante del batallón, D. José Antonio Bolufer, y de D. Ramón Solano, se procedió al escrutinio de los oficiales. Salieron nominados D. Buenaventura Missi, capitán; D. José Cabrera, primer teniente; D. José Bolufer y Cruañes, segundo teniente; D. José Bolufer Pastor, segundo teniente; D. Vicente Bolufer y Pastor, primer subteniente, y D. José Gronce y Tallender, segundo subteniente.
Los resultados de la votación de la compañía nº 4 dieron, como consecuencia, el siguiente cuadro de oficiales: D. José Ramos, capitán; D. Carlos Cholbi y Zaragoza, primer teniente; D. Manuel Álvarez de Toledo, segundo subteniente; D. Bernardo Casabó, primer subteniente; D. Ángel Missi y D. Bernardo Cholbi, segundos subtenientes.
Al término del acta, se presentó una protesta firmada por Jaime Cruañes y otros individuos, y una certificación librada a petición de D. Juan Albi por Mateo Montaner, escribano público, visada por el juez de primera instancia del partido, D. Jaime Soncase, sobre causa criminal contra Ángel Missi, José Soler y Soler, José Sendra y Antonio Albert sobre pendencia y heridas a Pedro Cardona y Bautista Cholbi, cuyos documentos quedaron en poder del subinspector de la milicia.


[1] Para el estudio de la milicia nacional continúan siendo canónicos los siguientes libros: PÉREZ GARZÓN, Juan Sisinio, Milicia nacional y revolución burguesa, Madrid, 1978; y CHUST, Manuel, Ciudadanos en armas. La milicia nacional en el País Valenciano, València, 1987.
[2] Según el artículo 86 de las Ordenanzas de la milicia nacional, la infantería debía usar el color azul con cuello y vuelta carmesí, y botón blanco; la artillería vestía igual a la infantería pero con botón dorado y bomba en el cuello. Se debía usar sombrero o morrión, casaca o chaqueta, pantalón o calzón con botín, según la costumbre de cada provincia. Los milicianos debían llevar en el cuello de la chaqueta o casaca la inicial del pueblo al que pertenecían. El gasto del uniforme era, salvo casos muy extremos, a expensas del miliciano.
[3] El valenciano Ramón Solano era, en ese momento, la máxima autoridad de la milicia nacional alicantina. Militar de carrera, llegó a ser capitán general en Manila (Filipinas) donde falleció en 1860; Gaceta de Madrid, 10-11-1860, nº 315.
[4] Archivo de la Diputación Provincial de Alicante, Sección Milicia Nacional, Signatura, GE-17262/2.
[5] Por unanimidad decidieron que fuesen comprendidos en la milicia nacional aquellos que pagasen contribuciones directas por valor de 30 reales de vellón, el hijo del que pagase 40 reales, y dos de los hijos de los que pagasen sus padres 60 reales por dicho concepto.