sábado, 25 de junio de 2011

Fray Joan Fuster (La Nucia, 1767), por Miguel Guardiola Fuster, Cronista Oficial de la Nucia

Carles III fou rei (1759-1788) en plena edat madura, als 40 anys, i venia en una llarga experiència de govern a Nàpols. 

 Va ser, sense dubte, el millor monarca del nostre segle XVIII, no per la seua intel·ligència, ni per la seua dedicació al govern, sinó per l´acert en elegir als seus principals col·laboradors, a més de tindre un caràcter afable, pla en el tracte i vida privada exemplar. Amples foren les reformes que emprengué, entre elles les de l´Esglesia, que era la institució més forta dins de la monarquia i, per tant, la més firme opositora als cambis promoguts per l´administració: limitació del dret d'asil, supressió de certes tradicions seculars que vorellaven en la superstició, prohibició de demanar almoines per als captius, protecció judicial als eclesiàstics front als abusos dels superiors, prohibició als eclesiàstics de mesclar-se en plets i negocis temporals, decrets de creació de seminaris, correcció i castics per a conservar la disciplina eclesiàstica. Tot açò ho va corregir amb Rials Ordes i Pragmàtiques, com l'expulsió dels jesuites, amb duresa i rigor, el 2 d'abril de 1767, que per cert el document es pot consultar en el Arxiu Històric Municipal de La Nucía.

 El compliment  d´una d´aquestes Ordes descobrix un frare de la Nucia. Resulta que el 4 de juliol de 1767 rebren en el poble una Carta Orde "para que se retirasen a sus Conventos los Religiosos que estuvieran fuera  de ellos en qualquiera Pueblos; a cuyo fin se ha avisado a todos sus Prelados, para que lo hagan executar dentro del termino de quince dias; exceptuandose solo los Religiosos que sirvieren Vicarias de beneficios Parroquiales unidos a sus respectivos Conventos: Y que los Religiosos Recogedores de Limosnas, que segun su instituto, y con las formalidades necesarias, pasaren a los Pueblos, solo se les permita residir en cada uno por tiempo de quince dias; y si pasados no se retirasen, las Justicias den cuenta al Consejo, para la providencia económica..." que resultà ser de dos-cents ducats.

L´alcalde Jaime Ivorra sabia, com tot veï, que el frare Joan Fuster estava a la Nucia per vore els seus pares aleshores malalts i que li concernia el dit en l´orde: havia de tornar al convent. Però esdevén de creure el certificat del 10 d'agost firmat pel metge Vicente Cano i el cirurgià Francisco Fuster, assegurant que el religiós s´encontrava malalt i per tant havia de recuperar-se abans de incorpar-se al convent. L'escrit del metge i cirurgià diu que "Juan Fuster Religioso Agonizante, que se alla en esta villa con motivo de ver a sus Padres y recobrar la salud se alla imposibilitado por sus accidentes abituales, como son calentura abitual en una suma extenuación nacidos de els seus estudios, de poder viajar en obedecimiento a la Orden de S.M., que Dios Guarde, ..." Fidel complidor de les Ordes Rials, temps després, el 25 de setembre, l´alcalde manà al metge i al cirurgià, que reconeixeran altra volta al religiós i emeteren un altre certificat de l´estat de salut de Joan Fuster. Els dos anaren a la casa on habitava el referit Joan Fuster "... que lo es de sus padres y le hemos hallado bastante recobrado para ponerse en su viaje para la corte de Madrid y Colegio de Agonizantes, en donde se halla conventual..."

Els Religiosos Agonitzants, ara orde dels  camilos, fou fundada per sant Camilo de Lelis en 1582, per al servici dels malalts i acompanyar a les persones al bon morir. Es distingien perquè damunt de la sotana portaven una creu roja. Ara en obert el seu camp de treball a una nova cultura de la vida i la salut. En creat el Centro de Humanización de la Salud, contant en un equip de professionals, religiosos i seglars, especialitzats en distintes disciplines del mon de la sanitat, geriatria, psicologia i bioètica. Treballen amb minusvalits, associacions professionals, residències d´ancians, cases d'acollides, Departamento Nacional de Pastoral de la Salud de la Conferencia Episcopal, Cáritas Nacional i Diocésana, hospitals, centres d´inserció i congregacions religioses.

 No sabem qui eren els seus pares, ni la casa ni el carrer on vivien. També ignorem la vida i vicisituts del frare. Segons el document  que em manejat devia ser un home d´estudis que estava adscrit a un convent de Madrid. I res més, però com la història sempre està oberta tal volta algun dia sabrem més del Religiós Agonitzant.

Per a rematar, encara que no té res que vore en el frare, resulta curis contar com van acabar els “Religiosos Recogedores de Limosnas” que pululaven pels pobles. L'Orde dia que tenien quinze dies per a tornar als seus convents. Alguns Prelats i Justicies qüestionaren la interpretació de l´Orde: “…si los quince dias concedidos para la recolección de limosnas, se devian entender por cada una de las especies, o indistintamente por todas”. La resposta deia: “…que a los religiosos que pasen a los pueblos a la recolección de limosnas, solo se les permita permanecer en ellos el dicho termino de los quince dias una vez al año en la estación que eligieren, para evitar, el que siendo innumerables las especies de que piden limosnas, esten los limosneros la mayor parte del año fuera de la clausura”. Aixina i tot l´asunt no hagué de solucionar-se tan clar com sa referit, doncs una nota de Roque Cano, escrivà de l´Ajuntament de la Nucia, al peu de l´Orde dita,  senyalitza que “…concluidas las siembras se dediquen a la composición de los caminos”. Molt bé, cal guanyar-se el pa treballant



viernes, 17 de junio de 2011

Sentenilla, por Miguel Guardiola Fuster

Sentenilla es una partida de tierra en el extremo sureste del término municipal de La Nucía. Su cota mas baja forma la margen derecha del río Guadalest. La altura máxima la alcanza el Tossal de Sentenilla. Entre una y otra, el Plà de Sentenilla plantado de naranjales. Enfrente, a la otra orilla del río Guadalest se alza vigilante el Tossal de les Banderes, del que se dice que lleva este nombre porque desde su cima los vigías hacían señales con banderolas al avistar naves de  piratas berberiscos por el cauce del río. De este modo daban tiempo a los pobladores de Sentenilla y entorno a refugiarse en el castillo de Polop. La bonanza climática y dúctil tierra condicionan su fertilidad, a salvo, al día de hoy, de planes de urbanismo.

No es el caso glosar las excelencias agrícolas de la partida. Esta ocasión toca hablar de su leyenda e historia, pues allí todo se mezcla. El lugar de Sentenilla se le identifica con la alquería de Sancta Illa, opinión que comparten Salvá Ballester, Pere Maria Orts i Bosch y Joaquín Fuster. El rey Jaime I donó en 1268 a su “carisime et dilecte dompne” Berenguela Alfonso los castillos y alquerías de Algar, Sancta Illa, Callosa y Tárbena, entre otros, que fueron de Alí Bocor y de su tío Mohamed, con la condición de que si no tenía sucesión masculina del rey, habían de pasar al infante don Pedro o a quien sucediera en el reino.

Doña Berenguela falleció en junio de 1272 sin descendencia; conforme a las cláusulas de donación volvieron a la corona los castillos y alquerías citadas. En 1290 adquiere Callosa En Bernat de Sarrià, y figuran como propios  de Sarriá el castillo de Polop, el de Callosa, el de Castells, la alquería de Ayalten (en las cercanías de dicho castillo), los castillos de Aljubea, de la Mola y de la Serra de Finestrat ( todos en término de esta última población), el castillo de Benidorm y el lugar de Benioma (en las cercanías de Altea), la alquería de Sancta Illa (la Sentenilla de La Nucía), la alquería de Xirla (Chirles), las alquerías de Lirieto (Lliriet, en Benidorm), de Metet (Matet, en Polop), de Algar (Callosa), de Paul (quizá Micleta, en Callosa), de Xacos (Callosa), de Benigaladi (sin identificar), de Murta (Xaló), de Benibrasim y de Tuzol (sin identificar), el lugar de Abalato (Callosa y Altea), la heredad de Talbanell (Penáguila), los castillos de Tárbena, Confrides, Serrella, el castillo de Aguilar (Guadalest); el de Relleu y el de Cabezó, los castillos de Orcheta, Villajoyosa y Torres, Xaló…Así identifica Salvá Ballester aquellos lugares, entonces poblados, hoy algunos desaparecidos. Bernat de Sarrià poseía de Villajoyosa a Callosa, con todos sus pueblos, términos y alquerías, excepto Bolulla y Garig que eran del cabildo de Valencia.

El 20 de septiembre de1321, Bernat de Sarrià hizo donación, ante el notario de Barcelona Pedro Sala, para después de su muerte y por cien mil sueldos, de los castillos y lugares mencionados, al infante D. Pedro de Aragón, conde Ribagorza. El 15 de Octubre de 1322, en Barcelona, Jaime II aprueba las donaciones hechas  inter vivos (sic) por Bernat de Sarrià al infante don Pedro, hijo de Jaime II de los citados lugares, incluida la “alquería de Sancta Illa” con las condiciones: “que si en lo sucesivo tuviereis hijos varones uno a muchos de vuestra esposa la Noble Isabel de Cabrera, en tal caso,  la antedicha donación hecha por vos al referido Infante carezca de valor y téngase como instrumento completamente revocado; pero sin embargo si dicho hijo o hijos vuestros procreados y nacidos de vos y la referida vuestra esposa  muriesen en la edad infantil, la antedicha donación sea válida y conserve su firmeza; pero si dichos hijos viviesen y excediesen la edad infantil, en tal caso la mencionada donación es nula y completamente revocada…” Bernat murió el 31 de diciembre de 1335, y muerta su esposa heredaron estos dominios los infantes de Aragón, primero el citado D. Pedro y, al tomar éste la vida monacal franciscana en 1355, su hijo Alfonso, primer conde de Denia y marqués de Villena. La alquería de Sentenilla no existía, asegura Salvá Ballester, en los siglos XIV al XVI, quedando sólo el nombre.

            Su despoblamiento pudo deberse a la huida de sus moradores hacia Argel apoyados por los corsarios y cristianos viejos, haciéndoles pagar unos escudos por cabeza, como hacía Rodrigo de Beamunt, procurador del almirante de Aragón, Sancho de Cardona, en los valles de Seta y Guadalest, o quizá por los soldados cristianos a los que se les adeudaba la soldada.  De esta última manera de la baronía de Polop, de Jalón y otros lugares llegaron a pasarse “diez mil almas o mas”.

             De la alquería de Sentenilla queda la leyenda hecha tradición y testigos arqueológicos. En un paraje de dicha partida se levanta entre ruinas una edificación a la que llaman la “mesquita”, en razón de que fue edificada sobre los restos de una antigua mezquita; así se ha transmitido generacionalmente de propietarios a vecinos. Hübner y Cavanilles refieren numerosos hallazgos arqueológicos romanos “en las inmediaciones de la villa”, y describen un trozo de mármol blanco con una inscripción funeraria. Figueras Pacheco asegura que los hallazgos de sepulturas, lápidas, medallas y otros objetos se repiten con frecuencia al remover los agricultores la tierra con los arados. Estos descubrimientos extramuros de La Nucía se sitúan en Sentenilla. Hace unos años con la apertura del camino rural que conduce a dicha partida se hallaron varias sepulturas. Este cronista durante sus paseos por el lugar ha encontrado trozos de lápidas con trazos, que se han utilizado para construir los muros de contención de las tierras. Más aún, no hace mucho encontré una jarrita piriforme con gollete y asa de la época tardo romana, siglos IV-VI d. de J.C.  Sentenilla conjuga la fertilidad y hermosura de sus tierras con la leyenda morisca, lo cual la hace más hechicera.






viernes, 10 de junio de 2011

Entre piratas y moriscos, la historia del Fort de Bèrnia

Uno de los problemas más acuciantes que surca la historia del País Valenciano en la época moderna fueron las agresiones de piratas norteafricanos que padecieron nuestras costas y, asociado a estas incursiones, la ayuda que la población morisca prestaba a los corsarios que se aproximaban al litoral, lo que a la larga se emplearía como argumento justificativo para su definitiva expulsión del Reino de Valencia.



Con el fin de paliar los ataques berberiscos, Felipe II encargó al ingeniero más capaz de su época, Juan Bautista Antonelli (Gatteo di Romagna, 1527 – Toledo, 1588), el desarrollo de un plan de defensa integral del Reino de Valencia. En el año 1561, el italiano elaboró un completo informe que incluía una impresionante línea de fortificaciones artilladas y de torres de vigilancia a lo largo de la costa. La Sierra de Bernia, entre los términos municipales de Altea, Benissa, Calpe, Callosa d'en Sarrià y Xalò, mereció una especial atención de Antonelli, que sostuvo la necesidad de erigir una fortaleza en este emplazamiento. No conviene olvidar, la abundante población morisca que residía en esta parte de la Marina y que este macizo montañoso, al igual que el castellonense de Espadán, había servido de escondrijo morisco en la revuelta de 1526.



En 1931, el historiador Adolfo Salvá Ballester (Callosa d'en Sarrià, 1885-1941), recopiló un amplio fondo documental relativo a los avatares del Fort de Bernia, como parte integrante de una empresa que el cronista había emprendido unos años antes; la redacción de la historia de su localidad natal.



"A la parte meridional de la llamada por los del país serra de Bernia, en el término municipal de Callosa de Ensarriá y a 630 metros sobre el nivel del Mediterráneo, se ven los restos del <<fort>>, o castillo, que se construyó aprovechando la pendiente más suave de la empinada montaña".



Así comienza el Capítulo XIII de La Villa de Callosa d'en Sarrià: Monografía Histórica Documentada, titulado "El Fort de Bernia", elaborado a partir de la escasa bibliografía que el erudito pudo encontrar y de los textos que consultó en diferentes archivos valencianos, destacando la serie Mestre Racional del Archivo del Reino de Valencia, y en el Archivo General de Simancas (Valladolid).



Una vez señalada y descrita la ubicación de la fortaleza, centra primero la atención en los informes de Antonelli, para contrastarlos después con el Informe del virrey Vespasiano Gonzaga Colona, opuesto desde un principio a la construcción del fuerte, a la vez que se realizan una serie de puntualizaciones que conviene señalar. En primer lugar, que Gaspar Escolano había errado al fechar la construcción del fuerte en 1570: al contrastarlo con el Libre de memories de diversos sucesos e fets memorables e de coses senyalades de la ciudad e regne de Valencia (1308-1644) con diversas anotaciones encontradas, Salvà concluye que la fecha verdadera debió ser 1562. En segundo lugar critica la creencia, muy extendida en la historiografía de su época, del origen musulmán del fuerte.



La descripción minuciosa que Salvá realiza a partir de los textos y de la observación de las propias ruinas del fuerte, dibujando incluso los restos de la planta, nos permite imaginarnos la magnificencia de la fortaleza.



La información transcrita sobre el Fort contribuye al conocimiento de los habitantes de Bernia y poblaciones circundantes, así como de los pormenores de su vida cotidiana. La contabilidad del fuerte trasluce los elevados gastos que ocasionaba su mantenimiento al Reino; la mala calidad de los materiales y las inclemencias del tiempo eran fuente de reparaciones casi constantes, creando entre las autoridades animadversión y creciendo el número de detractores. Una vez expulsados los moriscos de Valencia, la facción partidaria de la demolición del fuerte consiguió convencer a Felipe III de la conveniencia de desmantelar esta obra militar. Salvà apunta como fecha del inicio de la misma el 6 de diciembre de 1612; su capilla lo sería aproximadamente un año más tarde, entregándose por orden regia el retablo, los cálices y demás ornamentos a la iglesia parroquial de Vergel, en concepto de limosna. El 12 de abril de 1613 fue despedida la gente, y a los soldados a los que no se buscó nuevo destino se les fue concediendo la mitad de la soldada mensual, con cargo a la Receptoría de Valencia.

 Respecto a la interpretación de Salvá sobre lo que había significado el Fort de Bernia en su contexto, el autor concluye lapidariamente: "Cincuenta y un años tuvo de vida la fortaleza, sin que ninguna utilidad reportase en su corta existencia como tal".